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En un pequeño barrio del sur de Puebla vivía Hugo Ramírez, un albañil de treinta y cinco años conocido por su sencillez, amabilidad y su incansable ética de trabajo.
Nadie en el barrio podría imaginar que un día haría algo que dejaría a todos boquiabiertos: anunció que se casaría con una mujer en silla de ruedas.
Se llamaba Lucía Álvarez, una mujer de rostro dulce y ojos color miel, quien antes del accidente había sido la reina de belleza de la Escuela Normal de Puebla. Tres años antes, un accidente en la carretera México-Cuernavaca le robó el uso de las piernas… y también su sueño de ser maestra.
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